La industria automovilística global entró en shock tras el anuncio de un arancel del 25% sobre las importaciones estadunidenses de automóviles y piezas, impuesto por el presidente Donald Trump.
Se desplomaron las acciones de los fabricantes de todo el mundo, con empresas con sede en Alemania, Japón y Corea del Sur especialmente afectadas.
Las armadoras de automóviles de estos países –Japón, Corea del Sur y Alemania–, por ejemplo, Mercedes-Benz, BMW, Toyota, Honda, Hyundai y Kia, venden muchos de sus modelos en Estados Unidos, la mayoría de los cuales se importan de centros de producción de México o Canadá o del extranjero.
No sorprende que los fabricantes de automóviles extranjeros vieran caer el precio de sus acciones en respuesta al anuncio de los aranceles; sin embargo, las empresas estadunidenses se vieron igualmente afectadas (General Motors cayó un 7% y Ford casi un 4%) lo que sorprendió a la industria. Después de todo, ¿no están los aranceles diseñados para proteger a la industria automovilística estadunidense?
Las casas automotrices estadunidenses dependen en gran medida de piezas importadas y del ensamblaje en Canadá y México, lo que las hace al menos tan vulnerables a los nuevos aranceles como los propios fabricantes de automóviles extranjeros.