De acuerdo con un análisis de Monex, aunque se anticipan presiones por parte de Estados Unidos en áreas clave —como reglas de origen, presencia de China, derechos laborales, salarios y certeza jurídica—, estos ajustes también pueden fortalecer la posición de México en América del Norte y consolidar su papel en las cadenas de valor regionales.
Señala el análisis elaborado por Janneth Quiroz (directora de análisis) y Kevin Louis Castro que, si bien habrá un aumento en los costos regulatorios y logísticos, estos podrían verse compensados en el mediano plazo con mayor inversión extranjera directa, fortalecimiento del nearshoring y generación de empleo de mayor valor agregado.
¿Qué motiva la revisión anticipada?
El tratado establece que las partes deben evaluar su funcionamiento en julio de 2026, pero Estados Unidos ha comenzado a preparar el proceso desde octubre de 2025, lo que ha sido interpretado como una revisión anticipada. No obstante, esta etapa está prevista en su legislación interna (USMCA Implementation Act) y no implica una renegociación, sino un examen estratégico que podría derivar en ajustes importantes.
Indicaron que el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha reactivado su agenda proteccionista. Ya ha impuesto aranceles de hasta 50% a productos mexicanos, especialmente en sectores como el acero, aluminio y automotriz. Aunque estos no aplican a bienes que cumplen con las reglas de origen del T-MEC, más del 50% de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos no cumplen actualmente con estos criterios, lo que representa una vulnerabilidad para la economía mexicana.
Cinco frentes críticos para México
Reglas de origen más estrictas:
Se anticipa que la Unión Americana busque incrementar el contenido regional mínimo en sectores estratégicos (como automotriz, maquinaria y electrónicos), lo que obligaría a las empresas mexicanas a reconfigurar sus cadenas de suministro. Aunque esto podría encarecer la producción en el corto plazo, también abriría la puerta a un proceso de sustitución de importaciones y fortalecimiento industrial local.
Limitaciones a la participación china:
Estados Unidos acusa a China de utilizar a México como canal para ingresar al mercado estadunidense eludiendo aranceles. Esto podría derivar en nuevas exigencias de trazabilidad o incluso aranceles espejo por parte de México. Esta presión afectaría sectores altamente dependientes de insumos asiáticos, como electrónica y autopartes.
Mecanismo laboral de respuesta rápida (MLRR):
Nuestro socio comercial buscaría ampliar este instrumento, que permite sancionar empresas específicas por violaciones laborales. Aunque México ha recibido 37 casos desde el año 2020, organizaciones sindicales proponen expandir su cobertura y agilizar los procesos. Si bien esto implicaría costos adicionales para el gobierno mexicano, también podría mejorar la percepción del país en temas de responsabilidad social y atraer inversión alineada con criterios ESG.
Presiones para elevar salarios:
Una propuesta en discusión es establecer un salario mínimo regional en manufactura, lo que reduciría el incentivo para que las empresas trasladen producción a México solo por costos laborales. Esto impactaría especialmente a la industria automotriz, donde el salario promedio en México es de 5 dólares por hora, frente a los 16 dólares estipulados para obtener beneficios arancelarios plenos en el tratado.
Mayor certeza jurídica:
A raíz de la reforma judicial en México, que modificó la estructura del Poder Judicial, se prevé que Estados Unidos y Canadá exijan mayores garantías legales para proteger sus inversiones. Esto podría incluir ajustes en los capítulos sobre solución de controversias y trato a empresas extranjeras.
Oportunidades dentro de los desafíos
El éxito dependerá de la capacidad del país para anticiparse a las demandas de sus socios, reforzar la colaboración con el sector privado y mantener un discurso coherente que combine apertura al comercio con soberanía regulatoria.