Considerando cifras originales, en el cuarto mes del año se reportó un incremento de 16.8% en el gasto de inversión en el sector construcción en comparación con el mismo mes de 2023. Lo anterior fue determinado por un repunte de 11.2% en la inversión residencial y 21.5% en la no residencial.
En el acumulado de los cuatro meses, la inversión en el segmento residencial muestra un modesto incremento de 4.1% anual, destacando el avance de 23% de la inversión no residencial, vinculado a los proyectos de infraestructura.
Por su parte, en Banorte expresaron que “la fortaleza nuevamente fue generalizada, destacando el componente no residencial en +1.8%, todavía impulsado por los proyectos de infraestructura y el efecto del nearshoring. El rubro residencial creció 1.4%, acelerándose en el margen. Esto podría estar relacionado a un aumento de costos más moderado, como lo sugiere una ligera moderación en los precios al productor del sector”.
Indicaron que para la segunda mitad del año los retos se mantienen, aunque, ante un desempeño más acotado en el 1S24, las cifras podrían ser mejores en la comparación secuencial. Opinan que algunos de los motores en periodos previos continuarán, aunque probablemente a un menor ritmo.
Finalmente, en Banco Base sus analistas son de la opinión que “la inversión pública se verá afectada por la falta de espacio fiscal y el alto déficit propuesto para el año fiscal en curso, lo cual dejaría al gobierno federal con pocos recursos para invertir en el 2025 y los próximos años (suponiendo que se opta por mantener disciplina fiscal). Por otro lado, la inversión privada podría verse afectada ante la incertidumbre que presenta el cambio de gobierno tanto en México como en Estados Unidos”.