La Ciudad de México enfrenta una crisis silenciosa que ha transformado barrios enteros y expulsado a miles de familias hacia la periferia: La falta de vivienda asequible. De acuerdo con un estudio del Colegio de Urbanistas de México (ECUM), la gentrificación no es la causa principal del problema, sino la consecuencia más visible de un modelo urbano que dejó de producir vivienda social hace más de dos décadas.
Colonias inaccesibles y precios fuera de alcance
Dicho fenómeno ha transformado zonas como Roma, Condesa, Juárez y Narvarte, donde las rentas superan los 44 mil pesos mensuales, mientras la construcción de vivienda cayó de 20 mil unidades en 2018 a apenas 2 mil en 2025. La demanda real es de 70 mil unidades al año en la capital, pero apenas se cubre el 1 por ciento.
“Las clases bajas fueron desplazadas hace tiempo; ahora la presión alcanza a las clases medias, que antes podían vivir en barrios céntricos. Hoy también ellas deben salir”, explicó Iván Amador, investigador del ECUM.
La fiebre de un modelo especulativo
Subraya el informe que el mercado de vivienda en México es “monopólico, opaco y especulativo”, pues los propietarios retienen suelo y viviendas esperando su valorización, mientras el Estado carece de herramientas fiscales y regulatorias.
Plataformas digitales y protestas ciudadanas
El crecimiento de alojamientos turísticos a través de plataformas como Airbnb —con más de 26 mil espacios activos en la capital— ha intensificado la presión sobre la vivienda. Para Izábal, “el problema no es Airbnb en sí mismo, sino la falta de regulación. Estas viviendas deberían tributar como comercios, y los ingresos destinarse a fideicomisos públicos de vivienda social”.
Ahora bien, el vacío de gobernanza ha impulsado protestas de colectivos como Frente por la Vivienda Joven y Pasteup morras, que denuncian un “despojo silencioso” y exigen regulación inmediata. “Las protestas son el reflejo de un vacío de regulación. Cuando el Estado no protege el derecho a la vivienda, la sociedad lo defiende en la calle”, afirma Izábal.
Soluciones sobre la mesa
“La vivienda no puede seguir siendo un símbolo de acumulación patrimonial. Es un derecho, y la ciudad debe garantizarlo como tal”, subraya Amador. Y enfatiza: “La gentrificación no es inevitable, es el resultado de decisiones políticas equivocadas. Y eso significa que puede revertirse”.
Zentella concluye con una advertencia: “El futuro de la Ciudad de México depende de entender que la vivienda no es un privilegio, es un derecho. Y el Estado debe garantizarlo. Si no enfrentamos al elefante en la sala, perderemos la diversidad que hace única a la ciudad”.