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La portada alude a los posters de propaganda soviética y china de los años de la Guerra Fría.

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Con un diseño gráfico sombrío y pop al mismo tiempo, en el que está rodeado por las Fuerzas Armadas en México e instalaciones contaminantes de Pemex, el influyente medio The Economist, tendrá en su siguiente número al Presidente de México, Andrés Manuel López obrador, a quien presenta como “El falso mesías”.

La referencia hace alusión al “Mesías tropical”, texto del escritor e historiador Enrique Krauze, que ha sido acusado en distintas ocasiones López Obrador en sus conferencias mañaneras.

La portada por sí sola, es sombría. El color rojo remite vagamente, a la swástica de los nazis en el fondo. A los lados, la contaminación de las grandes refinerías, y en el frente, y a su mano derecha, el Ejército Mexicano, como su escudo protector.

Los colores cafés y rojos aluden a los pósters rusos y chinos de la época de la Guerra Fría.

En sí misma, los colores de la portada son sintomáticos y amenazantes, con un López Obrador del cual se desprende un aura. 

El medio inglés publicó la que será la portada de su siguiente número, en la que aparece el titular del Ejecutivo escoltado por las Fuerzas Armadas, ya que como se sabe, tanto la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar) han recibido un fuerte impulso bajo la presente administración.

Parte del texto

Poniendo como encabezado “Los votantes deberían frenar al presidente hambriento de poder de México” y como bajadaAndrés Manuel López Obrador persigue políticas ruinosas por medios indebidos” el texto pone a Obrador en un sitio diferente, pero con rasgos de autoritarismo en ciernes:

 “En un mundo plagado de populistas autoritarios, el presidente de México de alguna manera ha escapado del centro de atención. Los liberales condenan furiosamente la erosión de las normas democráticas de Viktor Orban en Hungría, Narendra Modi de India y Jair Bolsonaro de Brasil, pero apenas notan a Andrés Manuel López Obrador”. 

The Economist dice que “se debe en parte a que carece de algunos de los vicios de sus pares populistas. No se burla de los homosexuales, no golpea a los musulmanes ni incita a sus seguidores a incendiar el Amazonas. Para su crédito, habla en voz alta y, a menudo, en nombre de los que no tienen dinero en México, y no es personalmente corrupto. Sin embargo, es un peligro para la democracia mexicana”.

El medio afirma que Obrador divide a los mexicanos:

“(Cuando habla del) pueblo se refiere a quienes lo apoyan; y la élite, a la que denuncia, a menudo por su nombre, como delincuentes y traidores a los que culpa de todos los problemas de México. Dice que está construyendo una democracia más auténtica. Es una criatura extraña. Convoca muchos votos, pero no siempre sobre temas que se resuelven mejor votando. Por ejemplo, cuando se plantean objeciones legales a uno de sus proyectos favoritos (mover un aeropuerto, construir un oleoducto, bloquear una fábrica), convoca un referéndum”.

El medio afirma que para ello, “elige un pequeño electorado que sabe que se pondrá de su lado. Cuando lo hace, declara que la gente ha hablado”.

Con información de The Economist.