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Después de la crisis sanitaria, las personas requieren mejores servicios y espacios en las ciudades de México, Latinoamérica y del mundo.

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Después de la crisis sanitaria propiciada por el covid, quedó claro que las personas requieren mejores servicios y espacios en las ciudades de México, Latinoamérica y del mundo, además de una movilidad inclusiva, pero la calidad e inversión en infraestructura sigue siendo un tema pendiente.

Por ello, las pequeñas intervenciones urbanas marcan una gran diferencia en la calidad de vida en ciudades confinadas y que ofrecen pistas para mejorar las urbes a futuro, como el uso y la mejora de los balcones, tan a la mano, que es algo sencillo y muy económico, refirió el arquitecto David Sim.

En entrevista con esta casa editorial, mencionó que solo unos pocos metros cuadrados de concreto o madera pueden ofrecer servicio durante cientos de años, conectando físicamente a las personas todos los días con el aire fresco, el sol y el mundo exterior.

 

“En este tiempo de pandemia, podemos reconocer el valor de las ciudades suaves, y el urbanismo puede darnos ese optimismo que en momentos como el actual podemos perder”.

 

Mientras que caminar y andar en bicicleta son los medios más baratos, limpios y eficientes en cuanto al espacio para mover a las personas manteniendo la sana distancia, que se comprobó es muy eficaz para disminuir la posibilidad de contagiarse de covid.

Destacó que no debe desestimarse el valor del espacio público, en donde los parques y jardines, las calles y plazas, como espacios al aire libre, siempre han demostrado ser buenas inversiones y son un componente crítico de los vecindarios.

“Debemos comenzar a reimaginar nuestras ciudades, con más detalles simples y suaves que conecten mejor a las personas con el planeta, con el lugar, y que hacen que la vida local sea posible y más atractiva. Las soluciones suaves bien pensadas pueden ayudar a crear un mundo más saludable, sostenible y equitativo”.

 

CDMX, elegante pero ‘dura’

En este sentido, implementar en la Ciudad de México (CDMX) el modelo de ciudades de 15, 20 o 30 minutos sería casi imposible, aunque en ésta como en otras de México hay muchos espacios suaves, considerando, además, que la capital reúne servicios y espacios aptos, pero no tan ideales.

Sim, con su experiencia de urbanista en Gehl Architects, señaló que el espacio suave parte de la forma urbana dura y tradicional con componentes clásicos como barrios identificables, con calles y plazas, así como manzanas formadas por edificios independientes con patios.

“La exuberante vegetación, especialmente los árboles de la calle y su excelente clima permite que los edificios se abran con bordes suaves y característicamente abiertos, sobre todo en la planta baja. Todos estos aspectos confluyen en distritos como, Roma, Condesa y Coyoacán, por ejemplo”.

 

 

Añadió que la dureza es característica de los lugares donde se ha priorizado al automóvil: Las principales calles del Centro Histórico de la CDMX se han convertido en corredores de tráfico de un solo sentido y de varios carriles, transformando lo que podría haber sido un espacio amable, en un lugar duro.

“En los suburbios de la ciudad, existen torres colocadas indiscriminadamente, centros comerciales, barrios cerrados y desconectados por un espagueti de calles estilo autopista. La idea de tener una ciudad más grande, más alta, más rápida y más elegante hace que sea más dura, donde caminar es casi imposible...”.

La accesibilidad para peatones es la base real de la ciudad suave: comenzando en la puerta de las viviendas, bajando las escaleras hasta el patio o hacia la calle, una acera con espacio para una variedad de usuarios con diferentes capacidades, cruces de calles fáciles, luego, el ambiente para caminar se confunde con un lugar público, donde sentarse o esperar al transporte sea agradable.

 

Los lugares más suaves en México, son más pequeños, más bajos, más lentos, más simples y no son debilidades, más bien son superpotencias mexicanas.

 

Y considerando que las personas actualmente trabajan en casa y en los edificios corporativos, el especialista recordó que “también necesitamos edificios a escala humana, cada uno funcionando de forma independiente y capaz de acomodar diversas tendencias y usos.

“Estos edificios también deben funcionar para crear espacios claramente identificables entre los edificios, espacios públicos como calles y plazas, así como espacios privados y compartidos como patios”, señaló quien lideró el plan de rehabilitación del centro de Christchurch, Nueva Zelanda, tras el terremoto de 2011.

Desde su experiencia en Europa y en plena pandemia, el arquitecto y urbanista mencionó que “la lentitud forzada permitió la atención plena, la oportunidad de usar nuestros sentidos y experimentar más en nuestra vida cotidiana, y quizás, ser más conscientes de cómo gastamos nuestro tiempo”.