En Estados Unidos, miles de viviendas que podrían aliviar la crisis de acceso a la vivienda permanecen fuera del mercado. ¿La razón? Un gran número de baby boomers no planea vender su casa, y eso está afectando directamente a las generaciones más jóvenes que buscan comprar un hogar propio.
Hay múltiples factores que explican esta decisión. En primer lugar, muchos boomers han vivido en sus casas durante décadas: El 67% lleva más de 16 años en la misma propiedad. La mayoría declara que simplemente les gusta su hogar (55%) y no tienen razones para mudarse. Además, hay consideraciones económicas de peso: Casi un tercio tiene su vivienda ya pagada, un 16% considera que los precios actuales están demasiado altos como para comprar algo equivalente, y un 8% no quiere perder su baja tasa hipotecaria, que en muchos casos ronda el 4%, muy por debajo del 7% actual.
Este fenómeno tiene consecuencias importantes. Las viviendas unifamiliares, que representan el 88% de las casas en manos de los boomers, son precisamente las que necesitan los compradores jóvenes con hijos. Sin embargo, estas propiedades no llegan al mercado porque sus dueños optan por “envejecer en casa”. Solo el 4% de los baby boomers vive actualmente con hijos menores, a diferencia del 70% de los propietarios millennial y Gen Z, que sí tienen hijos y buscan espacio para sus familias.
Por otro lado, los compradores jóvenes enfrentan serios obstáculos financieros. Un 25% de los inquilinos millennials y de la Generación Z dice que no puede costear una casa en la zona donde quisiera vivir. Otros motivos comunes incluyen la falta de ahorros para el enganche (18%), el temor a los gastos inesperados (23%) y las altas tasas hipotecarias (20%).
Mientras tanto, con una generación mayor reacia a mudarse y otra que no puede entrar al mercado, el sueño de una vivienda propia se sigue postergando para millones de estadunidenses jóvenes.