El desarrollo infraestructural en México experimenta una gran transformación ya que el esfuerzo que realiza el Gobierno federal es insuficiente para satisfacer las necesidades del país, por lo que se requiere de una creciente participación de la iniciativa privada.
Los precios internacionales del petróleo, la volatilidad global y la depreciación del tipo de cambio han sido los grandes enemigos del Programa Nacional de Infra-estructura (PNI) 2014-2018.
La mayor apuesta del Gobierno federal en materia de infraestructura se ha concentrado en el sector energético, donde hay muchos retos de corto, mediano y largo plazo.
Uno de los mayores avances que se observan en el Programa Nacional de Infraestructura (PNI) 2014-2018 es el referente al sector carretero, el cual acumuló una inversión histórica en cuatro años.
El mapa hídrico de México muestra que el territorio nacional registra, en promedio, un grado de presión sobre al agua de 17.5%, porcentaje que de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es moderado
En los primeros cuatro años de la actual administración federal se duplicó la inversión pública y privada en vías férreas.
Durante los próximos años, el sector aeroportuario mexicano mantendrá un ritmo de crecimiento en su inversión debido, en buena medida, a la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) que ya inició su edificación.
Para consolidar su posición estratégica como plataforma logística a nivel global, México hace un gran esfuerzo de inversión para renovar y ampliar su infraestructura portuaria.
La infraestructura en transporte urbano masivo es una necesidad insatisfecha de las grandes ciudades del país, pero también es ya una demanda creciente en ciudades medianas que están en franca expansión.
La industria manufacturera del país no podría haberse expandido y seguir haciéndolo si no contara con el respaldo de la infraestructura de edificaciones industriales adecuadas; además de conectividad y transporte adecuado, es decir, todo un esquema de logística óptimo.
En un contexto donde los ajustes al gasto de infraestructura se acentúan y la inversión representa apenas 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) constituye una fuente de financiamiento para atraer la inversión privada.
El valor del sector en México llegará a 65,800 millones de dólares (mdd) hacia el 2018, siendo los sectores de energía y agua los que mostrarán mayor dinamismo.
En las avenidas de mayor efervescencia del Nuevo Polanco, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, nace MIYANA, un imponente complejo de usos mixtos desarrollado por Gigante Grupo Inmobiliario, que con más de cincuenta años en el mercado de bienes inmuebles capitaliza su experiencia con este nuevo reto.
Son muchos los factores que requiere un país para poder brindar a sus habitantes la calidad de vida que merecen y poder posicionarse como una potencia a nivel mundial.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF) la demanda anual de inversión para infraestructura en el mundo asciende a 3.7 billones de dólares (bdd), y aquí al 2030 habrá un déficit de 14 bdd.
En México, la infraestructura tiene una serie de debilidades por la falta de planeación, carencia de proyectos, la necesidad de más leyes que agilicen las obras y la poca voluntad para decretarlas.
La construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) desde su concepción es autofinanciable y a la par se estructuró el mecanismo de financiamiento de largo plazo más grande en América Latina para un proyecto de infraestructura.
El desarrollo de la infraestructura enfrenta grandes retos, sobre todo por cuestiones presupuestales; pese a ello surgen grandes oportunidades que se habrá de aprovechar en sectores como el energético.
El Colegio de Ingenieros Civiles de México impulsa la creación de un Órgano de Planificación de Infraestructura a nivel nacional, con base en el que ya tuvimos en el pasado, cuando existía una Secretaría de Programación y Presupuesto, la cual permitía que los recursos se utilizaran de la mejor manera para beneficio de la sociedad.
México debería ser una potencia marítima por sus dos mares y lagunas costeras.
La capital ya no puede crecer en extensión, por lo que necesita optimizar el espacio y reciclar las zonas con mayor potencial.
Durante los últimos cuatro años se ha reducido la inversión en salud y se ha notado en el IMSS, ISSSTE y otras instituciones del rubro.
La participación del sector privado en desarrollo de infraestructura en México ha tomado una creciente importancia debido a que se trata de un sector que puede ser el motor del desarrollo del país y un pilar sumamente importante tras los recortes presupuestales.
México ocupa el 9º lugar en el ranking mundial de turistas internacionales. Acorde a ello, el sector debe ofrecer una infraestructura de calidad, que ofrezca excelentes servicios, que fomente el acceso a mercados nacionales e internacionales
Para invertir en México desde el extranjero hay diversas bondades que se suelen destacar, pero pocas veces se subraya que las empresas globales encuentran en el país una infraestructura de edificaciones industriales de clase mundial.
La capacidad exportadora de China es muy conocida, pero ahora son las propias empresas estatales las que ya salen a competir internacionalmente en proyectos de infraestructura.
La evolución de la inversión y desarrollo de nuevos centros comerciales en el país ha mantenido una constante en los años más recientes: crecimiento.
Editorial
El reporte anual The Global Competitiveness Report 2016-2017 elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), ubicó a la economía mexicana en la posición 51 de entre 138 países en competitividad; si solo consideramos infraestructura somos el número 57, pero si ponemos la lente en la calidad de este sector el país cae a la posición 69.
Entre las principales problemáticas que enfrenta el desarrollo de este sector, de importancia medular para la economía, destacan la ausencia de planeación a largo plazo –un punto de coincidencia de nuestros expertos de la sección Enfoque–, un bajo nivel de inversión público-privada, la necesidad de mayor inversión de la iniciativa privada, la falta de un portafolio de proyectos, y la insuficiencia de tiempo del que se dispone para cumplir, casi siempre de manera apresurada, metas sexenales. No hay planeación de obras a largo plazo. El NAICM podría entrar en ese concepto pero en realidad ese tipo de obras son la excepción.
Así mismo, destaca la tendencia a concentrar los recursos en determinados sectores y zonas geográficas, y con ello se desperdician las riquezas naturales del país y el gran potencial que tiene para convertirse en el hub logístico de clase mundial, el cuál planteó EPN al inicio de su sexenio para generar las condiciones adecuadas para un desarrollo regional más equilibrado.
No existen estudios en los que se plantee qué país queremos y lo que necesitamos, en términos de infraestructura para lograrlo. En el Plan Nacional de Infraestructura (PNI) 2007-2012, se priorizaron los proyectos ligados a la generación de energía y carreteras. En el PNI 2014-2018 la energía continúa en el centro y geográficamente sigue enfocado en el desarrollo de la infraestructura del centro y norte del país.
Cierto, los recursos públicos no alcanzan para desarrollar todos los proyectos cardinales que el país requiere para potencializar su crecimiento económico, por lo que es necesario seguir trabajando en nuevas opciones de financiamiento que den mayor juego a la inversión privada en la construcción de infraestructura. Esto, en aras de sacar a México del rezago que, hoy por hoy, sufre en materia de competitividad, desarrollo y crecimiento económico.
Los resultados que se observan en materia de inversión en los cuatro años de Gobierno actual son incluso mejores al compararlos a lo que se registró en el mismo periodo de la administración federal anterior. Sin embargo, respecto al PNI estamos muy por debajo de lo proyectado y será imposible alcanzar las metas.
Es decir, los esfuerzos han sido buenos pero los resultados son insuficientes.
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